Principio de mis obras
Hola, aqui empiezo a publicar mis libros y relatos propios
Saga El Fin del Mundo
Primera parte, el ángel de brumas
1, La luz del mundo exterior
¿Nunca se ha preguntado nadie como nace un ángel?, Quiero decir ¿solo aparece o nace del
resultado de una unión de dos ángeles? ¿De verdad que no se lo ha preguntado nadie?, Bueno,
pues yo sí y lo que creo es que los crea Dios.
Nuestra historia empieza con la creación o nacimiento de un ángel.
Crepúsculo, sólo veo un crepúsculo, pero me da miedo, tengo que encontrar la luz que me
aleje de él. Ya la veo, es tan bonita, pero no tengo fuerza suficiente para llegar a ella. No, tengo
que ser más positivo, un momento, ¿Qué es esto?, de repente es como si estuviera siendo
transportado hacia la luz, pero me quedo a un paso de ella, no puedo avanzar más. Desde este
punto puedo ver lo que hay al otro lado de la luz, parecen como fuegos fatuos blancos, me
miro a mí mismo y descubro que sólo soy un alma, no un fantasma, porque aunque suene raro
no es lo mismo un alma que un fantasma, un fantasma es un alma muerta, pero yo no estoy
muerto, simplemente no he encontrado un cuerpo. ¡Oh no!, Desde aquí sigo viendo el
crepúsculo, esa luz oscura que cada vez se acerca más, tengo tanto miedo que haría cualquier
cosa que me pidiesen si a cambio puedo traspasar la luz. ¡Estoy atravesando la luz! ¡Siento
tanta energía!, Llego al final y me uno a los demás fuegos fatuos blancos, ahora yo también soy
uno de ellos, pero esto no es un cuerpo exactamente, es algo intermedio, no sé cómo
explicarlo. Estamos en un espacio aparentemente infinito, se parece mucho a la nada, aquí
también hay una luz al fondo, pero es más luminosa que la anterior, de hecho, no creo que
haya nada más luminoso en todo el mundo, en esta nueva forma me puedo mover cuanto
quiera, así que voy hacia la luz, pero hay un problema, los demás fuegos fatuos blancos
también quieren ir y van traspasándola, al final yo también la traspaso, veo durante un
segundo unas grandes manos blancas y al final aparezco encima de unas nubes grandes, ante
un cielo infinito.
2, La historia del mundo
Debajo de aquel mundo en el que había aparecido se alzaba, según mis ojos afirmaban, algo
que no había visto nunca, según cómo me explicaron después, era una ciudad, un bosque de
edificios con amasijos de neón que se encendían cuando anochecía. Cuando digo “me
explicaron” me refiero a los primeros seres que vi cuando abrí los ojos, el más esplendoroso de
todos ellos decía que se llamaba Dios, no sé por qué pero ese nombre lo había oído en alguna
parte, me sonaba de algo, pero, ¿Cómo puede ser?, yo acababa de nacer, como quien dice,
claro que ahora sólo tengo 5 años y no recuerdo nada que hubiera pasado antes. Los demás
seres que rodeaban a Dios se hacían llamar ángeles y me dijeron que yo era uno de ellos, me
miré a mí mismo y descubrí que, igual que ellos, tenía puesta una túnica blanca y de los
omoplatos me salían unas alas blancas y esplendorosas, pero mi cuerpo era muy reducido a
diferencia de los suyos. Sólo se me presentó uno de ellos (eran cinco), y me dijo que se
llamaba Gabriel. Después de eso Dios empezó a hablar: -Bienvenido al reino de los cielos,
supongo que tendrás muchas preguntas, que yo intentaré responder con la gran historia que
te voy a contar.
Todo comienza con “El Big Bang”, una explosión de donde salió expulsado a no se sabe cuantos
kilómetros por hora todo el universo infinito en el que hemos estado, estamos y estaremos
atrapados para siempre. Mientras todos los planetas se formaban, uno en concreto, La Tierra,
estaba llena de volcanes y lava fundida, poco a poco se fue enfriando y se formó el único trozo
de superficie en La Tierra, Pangea, el resto del planeta era y sigue siendo agua. Después de
mucho tiempo Pangea se rompió en muchos trozos de superficie, unos más grandes y otros
más pequeños, a los trozos grandes se les llamó continentes, y a los pequeños, islas. El planeta
Tierra era y sigue siendo hasta el momento el único planeta en el que hay vida. Las primeras
formas de vida fueron unos seres a los que se les llamaron dinosaurios. Dentro de este nombre
tan general se clasificaron velociraptors, tiranosaurios, teodoláctidos y tiranosaurios “REX”,
aparte de otros menos conocidos. Pasó un tiempo hasta que los dinosaurios desaparecieran
por culpa de un meteorito que cayó en La Tierra y con su onda expansiva los extinguió a todos.
Cómo no había nadie en La Tierra formé unos seres que llamé animales, otros que se llamaron
plantas, otros, algas, otros, hongos y otros que se llamaron protozoos. Hay muchos tipos de
especies dentro de estos 5 reinos, una de ellos es el ser humano, la especie con la que estoy
más contento por una parte y más triste y decepcionado por otra. Los seres humanos, al
principio conseguían la ropa de la piel de los animales y la comida de su carne con la caza, un
deporte que no me ha gustado nunca, ¿Por qué los seres que creo se tienen que matar unos a
otros? Poco a poco, los seres humanos se hicieron más listos y descubrieron la rueda. Después
de ese descubrimiento y de muchos otros y también muchos inventos, llegaron a crear la
sociedad actual sobre la que estamos.
-Después de esta historia que todos conocemos y que te he contado en resumen supongo que
tendrás muchas preguntas contestadas, el resto ni siquiera sabrás como exponerlas ya que de
momento tu faceta de hablar no está activa, pero sí la faceta comprensiva. Yo me quedé un
poco pasmado al ver que después de tanto hablar Dios no bebiera agua, pero aun así entendí
toda la historia que me acababa de contar, tenía tantas ganas de explorar el mundo que había
debajo, pero sabía que sólo lo podía observar, los ángeles estamos destinados a vivir para
siempre en el cielo, a menos que traicionemos a Dios.
3, El destierro
Ahora ya tengo 17 años, pero mi vida es muy aburrida. Todo el tiempo veo nubes y más nubes,
menos mal que Gabriel me ha traído unos libros muy interesantes, pero como leer es lo único
que hago en todo el día y están tan interesantes, me los acabo enseguida y luego a lo mejor
soy demasiado pesado con Gabriel para que me traiga más, después de todo, Gabriel también
tiene trabajo ayudando a los mortales. A mí me gustaría ir al colegio, bueno, con la edad que
tengo, en realidad el instituto; a aprender como los mortales, no me gusta mucho llamarlos
así, pero Dios me lo ha pedido, y aunque me cuesta, lo intento. A veces Gabriel me trae libros
de texto, pero supongo que no es lo mismo leerlos a que un profesor te enseñe los mensajes
verdaderos del libro. Aun así, aprendo mucho leyéndolos, tanto que me gustaría ir abajo a
explorar el mundo de los mortales, pero aún no tengo la edad suficiente, y aunque pudiera
bajar, sería para ayudar a los ángeles y a los mortales, no para explorar.
Ya ha pasado un año y ya puedo bajar para ayudar, al principio es reconfortante ayudar a los
demás, pero a veces también necesitas tiempo para ti mismo. Un día fui a ayudar a un
dependiente de una librería, sin que me viese, claro, los ángeles sólo nos hacemos visibles ante
los mortales en ocasiones muy especiales. Como de momento no le surgía ningún problema,
ojeé las estanterías, y según lo que decían los lomos de los libros, estaba en la sección juvenil,
había un libro que me interesaba mucho, lo cogí y lo empecé a leer, de repente me di cuenta
de que era visible, pero mis alas no, parecía una persona normal, sólo que suspendida en el
aire, así que posé mis pies en el suelo para no llamar la atención. El libro estaba tan
interesante que no me daba cuenta de que me estaba moviendo hacia la salida; el
dependiente estaba ocupado con un cliente, por como hablaban, parecía ser amigo suyo. Salí
de la librería, no saltó ningún tipo de alarma ya que la librería carecía de sistemas de seguridad
antirrobo; pero yo seguía sin darme cuenta de nada. Acabe un capítulo del libro y decidí que ya
era suficiente, en cuanto cerré el libro me di cuenta de que estaba en medio de la carretera, y
entonces vi una luz cegadora... Desperté en una sala blanca, estaba acostado en una camilla y
tenía conectados un montón de cables al cuerpo, ¿Qué era esto?, después de un tiempo que
me pareció interminable porque tenía mucho miedo, apareció Gabriel por obra del espíritu
santo, nunca mejor dicho. -Hola, Chris, ¿Cómo estás?, por si no te has dado cuenta estás en un
hospital, te atropelló un coche, pero eso fue hace una semana, ahora eso no importa ya que ya
estás estable. Te voy a dar una noticia que a lo mejor te sorprende un poco, Chris, te han
cortado las alas, ya no eres un ángel, ahora eres un mortal más. -¿Qué?, Pero si yo...un
momento... ¿Qué?-Entonces descubrí que era verdad lo que decía Gabriel, me habían cortado
las alas, Dios me había desterrado.
4, Envío al infierno
Me sentía tan confuso, ¿Por qué me habría desterrado Dios del cielo?, yo no había hecho nada
malo ¿Verdad?, ya me había olvidado de que Gabriel estaba a mi lado. -Bueno, ¿Sabes por qué
Dios me ha desterrado? -¿Y tú me lo preguntas? ¿Es que acaso no sabes lo que has hecho?, has
robado, Chris, has pecado como si fueras un vulgar mortal y ahora debes vivir como uno de
ellos, como un mortal más... De repente Gabriel desapareció con un estruendoso grito, yo
estaba muy asustado y al momento oí una voz. -Chris, siento haber hecho esto. Era Dios. -¿Qué
le has hecho a Gabriel? -Ha ido al inframundo o infierno, como quieras llamarlo. -¿Porqué? -Te
estaba revelando mucha información que tendrías que haber descubierto por ti sólo, un
momento ¡Ah! ¡No! Al momento Dios dejó de hablar, pero la última parte del mensaje me dejó
muy asustado, tenía que volver al cielo inmediatamente, pero ¿Cómo?, ahora era un simple
mortal y tampoco podía ir al infierno a salvar a Gabriel para que me llevase al cielo, ¿Qué
podía hacer? En medio de mi dilema moral una enfermera entró en la habitación. -¿Eh? ¿Y el
chico ese tan raro que había venido a visitarte? ¿Adónde ha ido?, bueno, vine para ponerte la
tele, a lo mejor estabas aburrido. De su bolsillo sacó un mando y encendió la caja que estaba
arriba enfrente de mí, había oído hablar antes de esas cajas extrañas que pesaban tanto y se
encendían pero nunca había visto una tele de esas. Después de encenderla, en la pantalla salió
un hombre que estaba sentado frente a una mesa muy grande y estaba hablando.
-Esta mañana se ha encontrado en Creta (Grecia) una especie de alas que parecían estar bajo
varias capas del fondo submarino, parece que con el paso del tiempo se han ido
desenterrando y a las doce y media las han encontrado unos turistas en la playa. Según los
griegos, son las alas del padre de Ícaro, quien según la leyenda, él y su hijo Ícaro estaban
atrapados en esta isla e hicieron dos pares de alas de cera para salir volando, pero Ícaro se
acercó demasiado al sol, se le quemaron las alas y, puesto que no sabía nadar, cayó al mar y se
ahogó; su padre, al no querer repetir lo que su hijo hizo, no usó las alas, las tiró al mar y
después de un tiempo pereció en la isla. Hoy se han encontrado esas alas y desde mañana
estarán expuestas en el museo de Heraklion (Creta, Grecia), ahora pasamos a otro tipo de
noticias...
El resto del programa ya no me importaba porque ya sabía lo que tenía que hacer, tenía que
encontrar esas alas para volar al cielo y averiguar qué le había pasado a Dios, luego ya me
ocuparía de salvar a Gabriel, de momento no se me había ocurrido cómo lo podía salvar.
5, Un nuevo camino
En cuanto se fue la enfermera dejando la tele encendida, me quité todos esos cables de mi
cuerpo y corrí hacia la ventana, ya me había recuperado del accidente y además tenía la suerte
de que estaba en la primera planta. El único problema era cómo iba a bajar, entonces vi un
árbol que desde mi posición era un poco difícil de alcanzar, pero no imposible, volví a la
habitación, cogí uno de esos cables y cual cowboy, dejé colgado un extremo del cable en una
rama del árbol, ya podía escapar, pero aún seguía habiendo un problema, ¿Cómo iba a bajar a
la calle y que un montón de gente viera a una persona sólo vestida con una bata y ropa
anterior?, ahora que lo pienso, me extraña que no esté en la cárcel por robo. Tenía que
ponerme ropa más apropiada para salir a la calle, así que busqué prendas de ropa normales
por la habitación, había muchos armarios y cajones, pero en la mayoría sólo había material
médico, cuando creía haber buscado en todos, apareció ante mis ojos un pequeño cajón
debajo de un armario en que no me había fijado antes, lo abrí y encontré una camiseta de
manga larga roja, una camiseta azul con un dibujo muy chulo, unos pantalones de pana y unas
deportivas, qué suerte, menos mal que estábamos en primavera, mi estación preferida. En
cuanto me cambié de ropa, cogí el otro extremo del cable, que había atado a la pata de la
camilla más próxima a la ventana, y salté por ella agarrado al cable, en cuanto me asomé un
poco por encima de la verja del jardín del hospital, el cable se desenganchó de la rama del
árbol y caí al otro lado de la verja, me di con el suelo embaldosado de la calle, ¡Jo, qué daño!,
en cuanto me levanté, tiré el cable al otro lado de la verja y empecé a pasear por la calle cómo
un ciudadano más. Observando las calles y los edificios, descubrí que estaba en Madrid, una
ciudad muy bonita, pero demasiado grande para mi gusto y para la misión que tenía que llevar
a cabo. Lo primero que tenía que hacer era encontrar un mapa, no sabía cuanta distancia
había de Madrid a Grecia y menos hasta Creta, dónde estaba el museo que guardaba las alas
del padre de Ícaro. Así que me acerqué a un puesto de souvenirs qué estaba en la esquina de
la calle dónde me encontraba, entré y le pregunté al dependiente sí tenía un mapa. -¿Pero de
qué tipo lo quieres?, tengo mapas de España, Europa y también tengo mapas Mundi y Atlas. -
Eh, pues entonces dame un Atlas. -Toma, son 15 €. ¿Euros? ¿Qué puñetas era eso?, rebusqué
en los bolsillos de mi nuevo pantalón de pana y encontré un billete en el que ponía “50 €”, se
lo di y me dio tres billetes diferentes, uno de “5 €”, otro de “10 €” y un tercero de “20 €” en el
que parecía que alguien había escrito con bolígrafo:
Querido dinero, cuando apenas te había cogido cariño, Te vas a los bolsillos de tu nuevo
dueño.
Me quedé un poco extrañado, pero luego me metí los billetes en mi bolsillo derecho y salí de la
tienda. Al salir, me di cuenta de que en la otra acera había una cafetería con mesas afuera, en
la plaza, me senté a una mesa, pedí una botella de agua y “un menú metropolitano” al
camarero que pasaba por ahí y me puse a hojear el nuevo Atlas que había comprado.
6, La historia y el mensaje de Atlas
Al principio el libro empezaba con una presentación, luego ya empezaba con las páginas llenas
de mapas, por curiosidad empecé a leer la introducción: Atlas, según la leyenda fue castigado a
soportar el mundo con su fuerza titánica por Zeus, el señor del Olimpo, al acabar la gran guerra
que hubo entre los dioses y los titanes por no recibir su ayuda en esta guerra. Éste, al
acostumbrarse al peso del planeta Tierra, empezó a aburrirse, pero no podía escapar porque
estaba esposado y además, si dejaba de sostener el mundo, éste se le caería encima de él. Así
que empezó a observar cómo era el mundo que estaba soportando, poco a poco la estructura
del planeta se le fue quedando en la cabeza y se aprendió la posición de cada uno de los
continentes, islas y accidentes geográficos como por ejemplo las montañas y los preciosos
arrecifes de coral. Ahora toda esa información ha llegado a tus manos gracias a Zeus (Que
según nuestras creencias es Dios) y a la mano del hombre con este libro, que es parte de una
colección de libros cartográficos que te invitamos a adquirir junto con éste.
Acabada la presentación y no queriendo ir yo a comprar más libros de la colección, empecé a
hojear las páginas llenas de mapas, algunos eran desplegables ya que no cabrían de otro modo
en la estructura del libro. Uno de ellos era el que me interesaba, el de Europa, pues en él
encontré Madrid en un país llamado España y también Creta, que como muy bien decía el
presentador de las noticias, estaba en Grecia. Vale, ya sabía cómo podía ir a Creta, pero para
eso habría que coger un tren y un barco, coger un avión o andar y nadar un montón, lo cual
sería imposible para mí porque yo ni siquiera sabía nadar. Al no saber cómo arreglar la
situación, miré hacía la cafetería a ver si venía el camarero con el “menú metropolitano” y me
fijé que en la puerta había un hombre que parecía ser el dueño del local y que estaba pegando
un cartel: SE BUSCA Si alguien que conozca ha visto a este hombre, llámenos al 976 5013 344.
Está acusado por robo y huida de un hospital antes de que le diesen el alta al usar de forma
indebida material médico para escapar del centro, llevándose ropa que no le pertenecía y
coger un libro de una librería sin pagarlo que, por cierto, al ser éste extraviado por las
alcantarillas a causa del atropello de este delincuente no se ha podido devolver a su dueño.
Por favor ayúdenos para poder hacer justicia. Comisaría de policía de Madrid Debajo había una
foto con una cara que se parecía mucho a la mía al mirármela con el espejo pequeño que
encontré en el bolsillo izquierdo de mi pantalón. En ese momento sentí el impulso de huir de
ahí antes de que viniera el camarero y me reconociese que, por cierto, ya venía hacia aquí con
un plato de huevos fritos y beicon en una gran bandeja de plata. Así que me levanté, bebí agua
de la botella que me había servido antes, cogí el Atlas y corrí hacia el camarero, le cogí la
bandeja (de todas formas tenía hambre), metí su contenido en una bolsa que había por el
suelo y corrí tanto como pude hasta que me metí en un callejón y me quedé ahí escondido,
sentado en una esquina del suelo. Para tranquilizarme, empecé a comerme la parte del “menú
metropolitano” que le había cogido al camarero. La verdad es que estaba muy bueno, mientras
engullía ese manjar hojeé una vez más el Atlas, al acabar me fijé que en la esquina inferior
izquierda de la tapa trasera del libro había una inscripción en letras doradas:
Tocar bajo tierra para acceder al reino del fuego, que está justo encima del mío
Mmm, qué raro, ¿Qué quería decir?, con “reino de fuego” a lo mejor se refería al infierno, y
con “tocar bajo tierra” a lo mejor quería decir que la inscripción tenía que tocar una superficie
subterránea. La única forma que se me ocurría de que la inscripción pudiera hacer tal cosa sin
mancharme las manos de tierra era llegar hasta el sótano más bajo de un edificio público,
cómo por ejemplo un centro comercial y tocar el suelo con la tapa del Atlas.
No sabía si iba a funcionar, pero tenía que intentarlo, porque si lo conseguía podría salvar a
Gabriel y con su ayuda salvar a Dios.
7, La última esperanza se encuentra en el peor lugar que te puedas imaginar: El Infierno
Con ese nuevo propósito me levanté habiéndome comido los huevos fritos con beicon y fui al
centro comercial más cercano dejando los restos de la comida en una papelera. De camino al
centro comercial había mucha gente, pero intenté ser discreto. Cuando llegué a la puerta y la
atravesé, el montón de gente que me rodeaba aumentó considerablemente, pero nadie se fijó
en mí. Llegué al ascensor por casualidad y apreté el botón “- 3”, que se suponía que me iba a
llevar al tercer y último sótano que se había construido. En cuanto llegué y se abrieron las
puertas del ascensor, me apeé de él y fui al baño de caballeros. Me senté en el vater de una
cabina sin abrir la tapa y cerré la puerta. En cuanto puse el Atlas en el suelo empezó a brillar
mucho y cerré un poco los ojos, pero no del todo. Acto seguido el libro descendió
diagonalmente hacía abajo formando una escalera. Engatusado por la curiosidad me metí por
ella, llegué a tocar una tierra ligeramente caliente, cogí el Atlas y me incorporé para observar
adónde me había llevado el libro, parecía tal como lo describían en muchos libros, un lugar tan
caliente a causa del fuego que cualquiera saldría asustado hacía la Antártida. A pesar de lo que
decían esos libros se podía pisar sobre la tierra aparentemente volcánica en la que estaba
posando mis nuevas deportivas. Bueno, a lo que íbamos, había que buscar a Gabriel. Lo
primero que hubiera querido hacer era buscar, buscar y buscar, pero este plan se fue al traste
cuando el emperador de este reino (el Diablo) advirtió mi presencia. -¿Quién anda ahí? ¿Otro
pecador más? -No, soy un mortal que aún no ha muerto, me llamo Chris, Christopher si
quieres. -Eh, espera un momento, ¿Un mortal que aún no ha muerto? ¿Y qué es eso de
tratarme de tú? Ahora se estaba acercando a mí. Se parecía mucho a un dibujo que hice a los 6
años, cuando Dios me habló de él, su peor enemigo, su Némesis. -¡Anda!, pero si eres más alto
que yo, pero aun así yo soy tu superior y me tienes que tratar de usted, Bueno, ¿Y qué te ha
traído hasta aquí, eh? -Bueno, pues resulta que aquí fue enviado un ángel por abrir y cerrar
demasiadas veces la boca y yo quiero enviarlo adónde le corresponde verdaderamente, al
cielo. -¿En serio? ¿Y tú te crees que te voy a dejar hacer eso?, ¿Qué te lleves a otro pecador?,
antes te llevo a ti con lo demás. Entonces me intentó atacar con dos cadenas de hierro
fundido, menos mal que las esquivé, sino hubiera acabado atado y medio chamuscado.
Después de eso corrí con el diablo en los talones a buscar a Gabriel, tenía que encontrarlo
antes de que este loco me cogiese y me llevara a él de la forma que no quería. Estaba
corriendo como nunca, como si estuviera poseído por el instinto de supervivencia, cuando
avisté un lugar más decorado con fuego que los demás, pero cuando entré me caí por un gran
pozo verde y aterricé en medio de un montón de gente asustada y agachada, el único que no
estaba así y que estaba rodeado por una luz blanca cegadora que contrastaba con el verde del
pozo era un ser que me sonaba bastante, Gabriel. -¡Gabriel, menos mal que estás aquí! ¿Qué,
salimos de este pozo con tus supéralas?-le dije mientras me acercaba a él. -¡Anda, Chris! ¿Qué
haces tú aquí? ¿Qué es eso de salir volando?, si pudiera volar, ¿Tú crees que estaría aquí
esperando?, pues no, me habría largado desde hace rato y tiempo, no puedo ya que ya no
tengo alas. -¿Pues entonces cómo vamos a salir de aquí? Colmado por la decepción, me senté
en el suelo y tiré el Atlas hacia atrás sin pensar que le podía dar a alguien, el Atlas voló
despreocupadamente por encima de la multitud y cayó a suelo sin dar a nadie,
inmediatamente después él y todo el suelo comenzaron a brillar mucho y el suelo se
resquebrajó y se rompió, todos caímos velozmente gracias a la fuerza de la gravedad y
aterrizamos encima de unas manos gigantescas que parecían hechas de piedra.
Afortunadamente todos menos nosotros dos se agarraron y con los trozos empezaron a subir
hacia fuera del pozo, pero el Atlas se quedó ahí arriba.
8, La gran fuerza de Atlas
Estas manos rugosas pertenecían a una gran mole de roca de más de 10 toneladas de peso,
nuestro salvador, que tenía unos ojos llorosos y una sonrisa dibujada en la boca que difundía
ternura, después de observarnos bien, comenzó a hablar: -¡Mira, qué bien!, hace mucho que
nadie me visitaba, ¿Queréis que os lleve ahí arriba otra vez?, me refiero a la tierra, claro, no al
inframundo, ¿Quién querría ir ahí teniendo otras opciones mejores?, y además ahora puedo
moverme libremente, ya que descubrí que el mundo se puede sostener sólo, así que usé mi
fuerza para desatarme, pero para no molestar, me quedé aquí abajo. Después de asimilar que
semejante ser parecido a una estatua, en realidad estuviera animado y que pudiera hablar, le
pregunté una cosa bastante importante: -¿Quién eres tú? -¡Oh, perdón!, no me he presentado,
yo soy Atlas, un titán, seguro que habéis leído o habéis oído cosas sobre mí, ¿Verdad? -No,
¿Qué es un titán? ¿Qué haces? -Un titán es un ser muy grande y comparable a un dios, la
mayoría de los titanes están siendo castigados, como yo, por los dioses, concretamente yo he
sido castigado por Zeus a sujetar el mundo, pero lo que Zeus no sabe es que es un castigo
estúpido, ya que el mundo se sujeta sólo y además gira, menos mal que lo hace muy lento, por
que sino me marearía. En medio de esta conversación tan particular, se introdujo una voz que
no había oído en mi vida: -¡Titán Atlas! ¿Qué haces hablando con esos ángeles caídos?, ¡Vuelve
a tu castigo inmediatamente! -¡Ay! ¡Es Zeus!, largaos ahora mismo, ya sé cómo... En ese mismo
instante, dejó de sostenernos con las dos manos y nos quedamos en sólo una, estaba
metiendo la otra en la tierra que había encima de él, de ahí, después de un rato excavando,
sacó un misterioso aparato parecido a un tren, pero lleno de gente asustada, después nos lo
acerco y nos indicó que subiéramos, y así lo hicimos, en cuanto nos sentamos en dos plazas
libres, Atlas tiró el tren hacia arriba inclinadamente, traspasamos las capas del inframundo que
había bajado por la escalera que dejó el libro y emergimos en el mundo conocido por todos,
pero seguimos volando, volando hasta que aterrizamos en medio de un gran puente rojo,
obstaculizando así el tráfico, ¿Dónde estábamos?
9, Explorando San Francisco
Todos salimos inmediatamente del tren, que por los comentarios de los pasajeros parecía
llamarse metro, y averiguamos dónde habíamos aterrizado, aunque algunos ya lo sabían,
parecía que estábamos en San Francisco: una bonita ciudad, seguro, ¡Pero muy lejos de Creta!
Después de que Gabriel me tranquilizara, empezamos a caminar para salir del puente y
adentrarnos en la gran ciudad. Lo primero que hicimos fue ir al aeropuerto, teníamos que
llegar a Creta de alguna forma, pero nada más llegar allí descubrimos un montón de
problemas: la falta de pasaporte, DNI... y lo más importante: Había que cambiar de ropa a
Gabriel porque aún estaba vestido con la túnica que solemos llevar los ángeles. Así que nos
fuimos de compras a una tienda de ropa, pero sólo teníamos 35 €, después de comprar el Atlas
que me olvidé en el infierno, más tarde, cuando el Diablo se tranquilice iremos a recogerlo.
La tienda en la que entramos se llamaba H&M, lo que significaba que dentro íbamos a
encontrar tanto ropa de hombre como de mujer, ambas partes, que, añadidas a otras como
complementos o calzado, estaban muy bien separadas en la tienda. Nada más entrar a la
derecha se encontraba la zona de hombre, en cuanto la vimos, nos dirigimos allí y nos pusimos
a mirar todo tipo de ropa que le hacía falta a Gabriel: camisetas, jerseys, pantalones, calzado y
algo de abrigo para él y para mí, ya que en ese armarito de mi habitación del hospital no había
ni siquiera una chaqueta. Mientras mirábamos se nos acercó una chica rubia guapísima que
con su mirada ahogaría a cualquiera, de hecho yo me quedé sin poder respirar unos pocos
segundos. Después de ponerse enfrente de nosotros, de sus labios glamorosos empezaron a
salir sonidos maravillosos: -Perdonad, ¿Estáis buscando alguna prenda en especial? Parecía
que trabajaba en la tienda ayudando a elegir ropa a los clientes. -Eh, sí, yo necesito una
chaqueta que me proteja bien del frío y un set entero de ropa de otoño junto con otra
chaqueta para él, es que necesitamos ropa normal para ir al aeropuerto... -Entonces seguidme.
Después de probarse un montón de ropa que la chica, que por su etiqueta parecía llamarse
Daniela, le ofreció y de darme una chaqueta beige que conjuntaba muy bien con mi ropa,
Gabriel se quedó satisfecho, tenía puesta una camiseta roja, encima un jersey naranja, unos
pantalones vaqueros y una chaqueta azul. Cuando íbamos a pagar descubrimos que no
teníamos dinero suficiente, problema que arreglé cogiéndole la cartera al de delante, cogiendo
50 € y devolviéndosela con casi el mismo dinero que tenía antes, que por cierto era bastante.
Cuando salimos con la ropa nueva ya se había hecho de noche y no teníamos dónde dormir,
sin querer me quejé en alto y Daniela nos oyó. -Sí queréis, podéis quedaros en mí casa a
dormir. -Bueno, vale. Su casa era maravillosa, lo que no sé es por qué tenía dos dormitorios
libres, en cuanto visité el mío y me eché en la cama me quedé dormido. Mientras dormíamos
Daniela parecía hablar con alguien, pero yo no podía oír la conversación, pero seguro que
algún ser microscópico que andaba cerca sí la oyó: -Buenas noches, Diablo, al parecer Chris y
Gabriel planean ir al cielo a “salvar a Dios”, pero sólo me he podido enterar de que van a coger
una avión en el aeropuerto, pero no creo que piensen en robarla para ir al cielo, seguro que
traman otra cosa. A continuación se oyó una voz que a Chris seguro que le hubiera sonado. -
Bueno, tranquila tú intenta enterarte de más cosas, para lo cual, haz que se queden el máximo
tiempo posible, si te descubren o empiezan a sospechar de ti, no te preocupes, ya prepararé
algo...
10, La estancia en la casa de Daniela
Después de levantarme tenía la sensación de no acordarme de nada de lo que hubiera pasado
en días anteriores, hacía tanto que no dormía en una buena cama... La casa de Daniela estaba
decorada de forma minimalista, en una esquina de la sala de estar había dos grandes
estanterías con mucho libros que cualquier lector/a debería tener, me puse a mirar los lomos y
encontré uno que tenía las tapas rasgadas y un tanto polvorientas las hojas, cuando lo cogí me
sorprendió mucho que le salieran patas, que saltara de mi mano y aterrizara en la esquina
opuesta de la habitación con ayuda de la saliva que había escupido de la boca para deslizarse,
después se convirtió en un perro que nada más verme a los ojos, empezó a ladrar. En ese
momento se despertaron Gabriel y Daniela, la cual hizo callar al raro animal, después me
explico que una vez se le cayó aguarrás encima del perro, y él, en vez de derretirse, empezó a
tener el poder de convertirse en cualquier cosa que él deseara.
Pasados unos cuantos días la rutina empezó a habitar en la casa de Daniela, la pena es que con
tanto trabajo que tenía ella, casi no podía admirar su enorme belleza, la de su cuerpo
insinuante de formas que recordaban cuadros de Picasso, sobre todo sus senos, esa parte de
su cuerpo me hacía pensar en el edén, pero al parecer Gabriel no tenía la misma opinión que
yo sobre ella. -Ayer, mientras dormíamos parecía que hablaba con alguien cuya voz me
estremeció, no pude enfocar los sonidos que salían de sus bocas. No me fío de ella. -¿Pero
cómo no te puedes fiar de ella?, si sólo oír su voz para mí es como viajar al cielo. -Tú estás
enamorado de ella. -Puede. -Puede no, lo estás, y viéndome en esta situación creo que voy a
acabar yéndome sólo hasta Creta. -De ninguna forma vas a hacer eso, te lo prohíbo, te
prometo que algún día iremos los dos, pero de momento creo que nos tendríamos que quedar
en casa de Daniela. -Bueno, vale. El resto del día lo pasamos disfrutando de las conformidades
de la casa de Daniela, pero yo seguía pensando que Gabriel no confiaba en ella y que quería
volver a Europa.
11, El vuelo de Gabriel
Al día siguiente, cuando me levanté, tuve la impresión de estar sólo en la casa. Efectivamente,
así era, Daniela estaba en el trabajo y Gabriel se había ido al barrio militar para coger prestada
una avioneta y poder volar hasta Creta, pero Chris no lo sabía. Gabriel se hallaba ya entre un
montón de máquinas que utilizaban los militares para volar, en un hángar, cualquiera podía
entrar en él, como si se tratara de un museo. Nuestro ahora protagonista eligió una nave, en
concreto una avioneta, y se fue a hablar con su dueño. -Hola, me llamo Gabriel, ¿me dejarías
volar en esta preciosidad si no es mucha molestia? -¿Acaso sabes cómo manejarla? -No. -Pues
entonces empezaremos por eso, luego a lo mejor te dejo hacer lo que quieras con ella, con tal
de que me la devuelvas entera. Después de una semana, Gabriel ya sabía manejar la avioneta
en forma básica y Chris ya estaba desesperado de buscar a Gabriel por la enorme ciudad, y
encima tampoco sabía adónde se había ido Daniela. Gabriel, ya dispuesto a pilotar, se puso el
casco, se abrochó el cinturón y arrancó la avioneta. Al poco tiempo del despegue, Gabriel ya
podía ver todo San Francisco en todo su esplendor, miró hacia abajo y vio como el dueño de la
avioneta se despedía de él. Después de aproximadamente unas dos horas de vuelo, debajo de
Gabriel se hallaba la dorsal atlántica, a más de mil metros de profundidad, lo cual quería decir
que se encontraba en la mitad de su trayecto. Mientras Gabriel surcaba los cielos, Chris seguía
buscándole por las innumerables calles de San Francisco, hasta que no se sabe cómo llegó al
barrio militar, en cuanto entró en él, una persona de aspecto amigable se le acercó. -Hola, ¿Tú
eres Chris? -Así es, ¿Cómo lo sabes? -Soy el dueño al que le cayó la desgracia de dejar a un
novato en la aviación como es tu amigo Gabriel mi mejor avioneta. -¿Me puedes dejar otra de
menor categoría para alcanzarle? -Podría, ya que lo mejor de la avioneta que se ha llevado
Gabriel no es la potencia, sino la que tiene una forma más aerodinámica, pero ahora mismo no
me queda ninguna avioneta que dejarte ya que todas están en el taller, lo único que podrías
hacer para detenerle quizás sería salir impulsado por ese cañón de barco, lo utilizábamos para
derribar naves enemigas sin tener que despegar una avión, ¿Te atreves?
-Pues claro, pero apunta bien. -Menos mal que aún se puede divisar una manchita que seguro
que corresponde con tu amigo. Así pues Chris se metió en el cañón y fue lanzado cual torpedo
hacia Gabriel, llegó con la suficiente potencia como para agarrarse de la cola de la avioneta,
pero gracias al desequilibrio de pesos y el hecho de que Gabriel se distrajera mirando hacia
atrás y soltando así los mandos al mismo tiempo que se daba cuenta de que era Chris quien
estaba agarrado a la cola de la nave, la avioneta empezó a caer en picado inclinado, tanto que
gracias a la altura pudieron aterrizar forzosamente encima del andamio de un cartel y
haciendo que con el impacto se cayera al suelo de la calle la primera letra de hormigón y neón
reforzado, una zeta que, junto con las demás letras que habían quedado en el andamio,
formaban la palabra “ZENTRO” (CENTRO), sólo por eso Chris y Gabriel dedujeron que se
encontraban en el pleno centro de Zaragoza.
12, Turismo zaragozano
Después de que los bomberos nos ayudaran a bajar y arreglaran el cartel, mandamos la
avioneta al taller, dónde nos dijeron que con lo destrozada que se había quedado la pobre
nave, ojala nos la devolvían arreglada del todo después de las vacaciones de Navidad, en ese
momento miré el calendario que tenían pegado en la pared y descubrí que hoy era 1 de
Noviembre de 2011, dentro de poco cumpliría 19 años, el 28 concretamente, puede parecer
mucho, pero la medida del tiempo puede llegar a ser relativa. La pena era que Chris se había
alejado de la primera mujer de la que se había enamorado, Daniela. Pero eso iba a dejar de ser
un problema porque el Diablo ya se había enterado de que Chris y Gabriel estaban en Zaragoza
y había enviado a Daniela para que fuera allí y los vigilase, aunque por su actitud parecía que
estaba pensando en otra jugada. En estos momentos seguro que estaría embarcando en un
avión para traspasar el Atlántico como personas normales. Pero vamos a centrarnos en
nuestros protagonistas; Chris y Gabriel iban a pasar la noche en una vieja posada que cobraba
30 € por habitación, no por hora, eso quería decir que te podías quedar ahí hasta el día de tu
mísera muerte con tal de que pagases 30 dichosos euros, era una ganga. Así pues que ya
tenían lugar dónde vivir lo primero era conocer el lugar en el que se habían estrellado y
buscarse algo que hacer hasta después de navidades, decidieron ir a un centro comercial, les
había sobrado bastante dinero desde la visita a San Francisco y además necesitaban un
poquito de todo, comida, ropa, entretenimiento, etc. De entre todas las tiendas que había, la
que contenía todo tipo de comida, una necesidad principal, era una que se llamaba “Eroski”,
así que ese fue nuestro primer destino, compramos 3 barras de pan, algo de dulce, embutido,
sopa de sobre, 2 ensaladas preparadas, verduras y hortalizas, leche, cereales, galletas y fruta.
Nuestro segundo destino era una tienda de ropa, así que fuimos a una tienda que se llamaba
“Inside”, pero sólo compramos la ropa que más nos gusto de entre una gran selección de
prendas muy chulas. Fueron decisiones bastante difíciles. Sólo nos quedaba entretenimiento y
otros, pero nos pareció que no teníamos dinero suficiente y entonces decidimos ir al casino, si
teníamos suerte podríamos ganar una gran suma de dinero. Después de 2 horas de jugar a la
ruleta y de que diera resultado la “suerte del principiante”, nos despedimos de todos rumbo a
una tienda llamada “Media Mark” con 2 guardaespaldas siguiéndonos, ya que guardábamos
algo más de 3.000 € en billetes de 100 € en un maletín en el que se notaba que era de buena
marca. Nos compramos una PS3, una NDS, una PSP, algunos juegos de PS2, PS3, PSP y NDS,
principalmente de aventuras y algunas películas, tanto en DVD unas y en blu-ray otras, además
de un ordenador portátil y una impresora. Sólo tuvo que ayudarnos 1 guardaespaldas aparte
de los que ya teníamos, hay que ver qué fuerza y humildad, nos lo llevaron todo hasta la
misma puerta de la habitación de la posada, después ya les dijimos que ya lo iríamos metiendo
en la casa y distribuyéndolo por ella, menos mal que no nos teníamos que ocupar del
amueblado y algunos electrodomésticos, tema del cual nos alegramos bastante por que
disponía de nevera, congelador, microondas, lavavajillas, lavadora, horno, vitro cerámica,
campana extractora y televisión de algo más de 100 pulgadas, aunque no era de plasma nos
conformamos.
Después de instalar la PS3, configurar la red inalámbrica de la biblioteca de al lado y unos
cuantos días de disfrute en general de todos los aparatos de la casa, nos dimos cuenta de que
ya el día siguiente era mi cumpleaños, habían pasado 28 días volando.
El día de mi cumpleaños fue una auténtica fiesta, nos acompañaron un montón de amigos que
hicimos en el centro comercial.
El periodo de días que mediaban entre mi cumpleaños y navidades también se pasaron muy
rápido y las navidades fueron un conjunto de celebraciones en las cuales nuestros nuevos
amigos nos hicieron muchos regalos y nosotros también a ellos, mayormente complementos:
collares, pulseras...y celebramos la entrada del 2012 por todo lo alto.
Ya habían pasado las navidades y yo tenía muchas ganas de probar la avioneta que nos habían
reparado.
13, Viaje al tártaro, el fin del mundo
En el taller nos esperaba Daniela, ¿Qué haría aquí? -Hola, chicos, no sé qué voy a hacer con
vosotros, ¿Porqué os escapasteis de casa? -Es una larga historia-terminó Chris. -Bueno,
volvamos a casa. -Vale. Mientras se dirigían hacia Daniela y el avión, Gabriel le susurró a Chris
“¿Y ahora qué hacemos?” y Chris le respondió “Tú tranquilo, que yo tengo un plan”.
Transportaron la avioneta hasta una carretera poco frecuentada que podían usar como pista
de despegue. Gabriel se puso de piloto ya que era el que más sabía y Chris le dijo que hiciera
como si fuera a San Francisco pero que en realidad fuera a Creta dando la vuelta al planeta,
después de todo tenían combustible más que de sobra. Pero lo que Chris y Gabriel no sabían
era que el plan de Chris ya se le había ocurrido a Daniela y ya había puesto una solución que al
Diablo le hubiera parecido brillante. Aun así Gabriel siguió la ruta que Chris le había indicado.
Después de bastante tiempo por fin llegaron a sobrevolar San Francisco. En este momento del
vuelo Chris y Gabriel se esperaban protestas por parte de Daniela y se sorprendieron cuando
no las hubo, aunque no fue semejante al desconcierto y la sorpresa que se llevaron cuando
vieron que el océano pacífico se había partido literalmente en dos partes cuyas aguas caían al
fondo, pero suspendida en el aire había una gran roca de forma parecida a una “L”
tridimensional, pero la veíamos desde su perfil izquierdo y en la parte vertical había una gran
rendija. No teníamos otra opción más que ir a la gran roca flotante por el miedo a traspasar la
división aparentemente infernal. Aterrizamos y fuimos a la rendija, sólo queríamos saber qué
había tras ella como para tener la capacidad de brillar, pero en cuanto estuvimos muy cerca
Daniela nos empujó haciéndonosla traspasar sin remedio quedándose ella fuera. En cuanto
entramos por la raja nos vino a los ojos un fogonazo de luz ante el cual tuvimos que cerrarlos.
En cuanto los abrimos descubrimos que estábamos en un desierto infinito, según Gabriel
Daniela nos había arrastrado al Tártaro, ¡Traidora!
14, Atlas vuelve a ayudarnos
O sea que Daniela es la dueña del Tártaro ya que no dijo nada cuando estábamos
sobrevolando San Francisco, ella ya sabía cual era nuestro plan, y seguro que también está
aliada con el Diablo, aún seguía preguntándome el porqué de la interrupción del mensaje de
Dios, seguramente seguía estando en peligro por culpa suya y nosotros seguíamos sin poder
hacer nada, ¡Que impotencia!
Después de varios días de aburrimiento empezamos a andar para hallar una salida pero sólo
encontramos un montón de arena hasta que dimos con una gran estaca clavada en la tierra,
por entretenimiento, le dimos un empujón hacia abajo y, ante nuestra sorpresa, la tierra se la
pareció tragar. Mientras Chris y Gabriel seguían mirando el suelo, la estaca seguía bajando
gracias al gran impulso de Chris, llegó hasta darle en la cabeza a Atlas, el cual descubrió su
infortunio y les envió el libro que habían dejado en el infierno con su increíble fuerza. Chris y
Gabriel se dedicaban ahora a buscar alguna pista en el Atlas que les ayudara a salir de ese
páramo caliente.
Después de mirar el libro 3 veces rebuscando hasta en las miles de letras pequeñas que
tendría, lo único que encontraron era el mensaje que había descubierto Chris hace mucho
tiempo en aquel callejón sin salida de las calles de Madrid:
Tocar bajo tierra para acceder al reino del fuego, que está justo encima del mío
Aparte de ese mensaje no había nada más y se les ocurrió que podrían escaparse del Tártaro si
iban al infierno y accedían al reino de Atlas, luego él les devolvería al mundo de los humanos.
Con la idea en la cabeza se pusieron a excavar con las manos, aunque también se ayudaron un
poco con el libro.
Al final del día ya tenían un hoyo de tanta profundidad como medio piso subterráneo, pusieron
entonces el libro en el fondo y empezó a brillar con una luz dorada muy intensa, pero en vez
de bajar dejando tras de sí una escalera, subió hacia el cielo dejando dos carriles de telecabina,
cuando dejó de subir, los chicos se decidieron a subirse al transporte teleférico, los cristales
estaban tapados con cartones pegados con cola, la tapicería interior era roja y beige y por
fuera la telecabina estaba pintada con un azul metálico, dentro de ella había dos hileras de
asientos, Chris y Gabriel se sentaron uno en frente del otro y se relajaron.
Después de lo que a Chris le parecieron dos eternidades, llegaron a su destino, que al parecer
no era el cielo cristiano, donde se encontraba Dios en peligro, sino el cielo griego, el Olimpo.
Nada más desembarcar el telecabina desapareció, cogimos el Atlas (esta vez no nos íbamos a
olvidar) y vimos las escaleras del Olimpo, a los pies de ellas a cada lado había una estatua de la
diosa Atenea con una lanza y un escudo, en ese momento a Gabriel se le ocurrió una idea
bastante disparatada, pero que podría funcionar: usar los escudos como plataformas para
bajar a la tierra, ante la desesperación los cogimos y pusimos en práctica el plan de Gabriel.
Estábamos bajando a velocidad vertiginosa cuando empezamos a sentir mucho frío, de
repente estábamos bajando por un monte de hielo que al parecer era muy alto como en un
trineo infantil.
Cuando aterrizamos al pie del gran monte descubrimos que seguramente era el pico Vinson,
en la Antártida.
15, Atrapados entre el hielo y la nieve
Empezamos a caminar hacia la costa y nos encontramos con un refugio de exploradores
estadounidenses, uno según nos dijo se llamaba Elisworth II, hijo de Elisworth I, quien exploró
estas tierras en su tiempo, los demás eran amigos suyos, al vernos sin ropa de abrigo y medio
congelados nos refugiaron en su fuerte y nos quedamos a dormir.
Mientras Chris y Gabriel estaban durmiendo, en las profundidades del infierno se estaba
oyendo una gran discusión: -Señor, los prisioneros se han escapado. -¿Cómo que se han
escapado? ¿No te dije que los vigilaras? Mientras sigan vivos nunca podré atacar a Dios ya que
la defensa de los demás ángeles seguirá siendo fuerte si su rey Gabriel y su consejero
Christopher sigan allí arriba aún sin alas, lo único bueno que veo es que no tienen posibilidad
alguna de subir al cielo ni volver aquí ¿O si? -No lo sé, señor.
-Bueno, ¿Por lo menos sabes dónde están ahora? -No, señor, se han movido tanto en tan poco
tiempo que no puedo encontrar su situación actual. -Mmm... Yo tampoco, estoy pensando en
mandar a alguno de mis guerreros muertos para que ocupe tu puesto y los liquide, ¿Qué te
parece? -Ahora mismo me pondré a buscarlos, señor. -Mmm... Como quieras.
Al día siguiente, uno de los amigos de Elisworth II nos hizo el desayuno y nos comunicó
mientras nos lo comíamos que ese día, 29 de Enero, era el cumpleaños de Elisworth II.
Poco después los demás se levantaron y nos propusieron a su grupo de exploradores, nuestro
trabajo consistiría en encontrar accidentes geográficos y ponerle nombre a los de mayor
importancia. En cuanto nos unimos al grupo deseamos no haberlo hecho ya que implicaba
pasar mucho frío y tener cuidado de no caerse, además de la marca gris y negra que
llevábamos en partes de la piel al final de la excursión.
Después de llegar al refugio y calentarnos empezamos a celebrar el trigésimo cumpleaños de
Elisworth II.
El cumpleaños de Elisworth II fue una auténtica fiesta en la que contamos a todos nuestra
misión y decidieron ayudarnos.
Al día siguiente preparamos mochilas con todo tipo de cosas necesarias, entre ellas por
supuesto comida y nos pusimos en marcha.
16, Navegando hacia la libertad
Salimos del refugio y fabricamos una barca donde cupiéramos todos con ramas de los árboles
cercanos.
Cuando estuvo terminada nos metimos y empezamos a remar hacia el oeste. Después de un
buen rato comenzamos a girar hacia el norte para rodear la península antártica. Cuando
divisamos el cabo de Hornos giramos hacia el noreste y cuando llegamos a la pequeña isla de
Georgia del Sur, desembarcamos y descansamos un rato, descanso que no hubiera hecho falta
si en vez de rodear la península antártica la hubiéramos atravesado y después haber
empezado a navegar desde el comienzo del mar de Weddell.
Después del pequeño descanso navegamos hasta llegar al cabo de Buena Esperanza, en África,
donde desembarcamos y fuimos andando hasta Durban, menos mal que por el camino un
africano nos preguntó adónde íbamos, se lo dijimos y se ofreció a llevarnos, que sino menuda
caminata hubiera sido. Ya en Durban hicimos un poco de turismo, compramos algunos
souvenirs y volvimos a la barca que había sido cuidadosamente amarrada en el aire de la punta
del precipicio, el cual tuvimos que escalar en su momento y bajar ahora. Decidimos que
nuestra próxima parada sería en Libreville (Gabón), y así fue, nos compramos una postal, nos
hicimos una foto del grupo de espaldas al mar y volvimos a la barca. Nada más empezar a
navegar nos dirigimos hacia el noroeste y empezamos a rodear el contragolfo, como lo llamaba
Elisworth II, hasta llegar a Praia (Cabo Verde), al desembarcar allí y vernos montados en una
mísera barca de madera nos ofrecieron gratis un barco de madera de los tiempos de los
piratas, nosotros dijimos primero que no nos hacía falta, pero debido a la pesadez del dueño
del barco al final lo cogimos prometiendo que algún día se lo devolveríamos, él dijo que no
hacía falta pero nosotros íbamos a devolvérselo igual, no importaba lo que dijera. Una vez más
emprendimos la marcha hacía el noroeste y llegamos a las conocidas islas canarias, de las
cuales nos fuimos nada más desembarcar por que nos confundieron con emigrantes africanos
a pesar de que ninguno de nuestro grupo era de raza negra y de que íbamos en un barco que
alejaba bastantes sospechas. Después de eso, por la tarde empezó una tormenta tremenda y
no teníamos otra opción más que seguir navegando ya que la propia tormenta nos había
alejado de cualquier puerto cercano, después de todo como decía Defalque, un camino sin
obstáculos por lo general no conduce a ningún lado. La situación empeoraba por momentos,
aseguramos todos los cabos y resistimos cada fuerte marea que la tormenta echaba sobre
nosotros, la mayoría de la tripulación de la tripulación estaba ya a salvo bajo cubierta, Gabriel,
Elisworth II y yo nos quedamos arriba para dirigir el barco con el timón en la medida de lo
posible y achicar el agua que entrara por las zonas de los cañones, pero lo que no nos
esperábamos es que un rayo nos cegara momentáneamente, que su sucesivo trueno
impactara cerca de Gabriel y él a causa del impacto se cayera por la borda. Entonces cogí un
cabo, me lo ate a la cintura y me lance a rescatarlo, Elisworth II vio mis intenciones y se
apresuró a coger el cabo y asegurarse de que no se rompiera, yo al fin llegue a donde estaba
Gabriel, medio desmayado, lo ate al cabo y Elisworth II tiró de él para recogernos, suerte que
él era más fuerte que los dos juntos. Acabada la heroicidad, debido al cansancio, los tres nos
quedamos dormimos encima del castillo de proa a merced de una tormenta, ¿Quién iba a
saber lo que pasaría? La tormenta amainó al comienzo del día siguiente y nuestros
protagonistas despertaron con el barco en la misma posición donde había estado antes de la
tormenta gracias a que Poseidón, el dios de los mares, se dio cuenta de la situación de Chris y
sus amigos y aguantó el barco hasta que pasara la tempestad. Después de un buen desayuno,
Chris y los demás le dieron las gracias a Poseidón y emprendieron la marcha de nuevo a su
próximo destino, Italia, pasando, claro está por el estrecho de Gibraltar, zona de la que
salieron airosos por los pelos ya que erosionaron un poco las rocas de los lados con los
cañones para que pudieran pasar; navegar un buen trecho y a media tarde desembarcaron en
Siracusa (Sicilia, Italia), donde pasaron la noche en su puerto y al día siguiente compraron unos
souvenirs y embarcaron con destino a Pirgos (Grecia), cada vez faltaba menos para llegar a
Creta. Después de hacer un poco de turismo, comprar un poco de comida para lo que quedaba
de viaje y pasar la noche volvieron a emprender viaje, esta vez hacia Neápolis, gracias al
detallado Atlas de Chris no se perdieron en ninguno de estos días de navegación, cualquier
marinero se quedaría ahora mismo asombrado si le contaran la ruta que estaban siguiendo.
Después de dar buena cuenta de cada una de las comidas del día y pasar la noche ahí,
emprendieron la marcha por última vez hacia Heraklion (Creta, Grecia).
Después de navegar el último trecho que les quedaba de viaje, llegaron a puerto a las nueve de
la noche del día 13 de Febrero, tantos días navegando agotan a cualquiera así que pasaron la
noche en el barco una vez más, por fin habían llegado a su destino final, parecía mentira que
por fin también Daniela y el Diablo hubieran encontrado a nuestros amigos, mañana iba a ser
un gran día, sin duda; esta frase me recuerda una canción de Indras, un grupo que
seguramente no conoceréis...o tal vez sí.
17, El encuentro
Finalmente habíamos llegado, casi no me lo creía. Empezamos el día desayunando fuerte y
desembarcamos para ir al museo donde nos aguardaban las alas del padre de Ícaro, lo que me
preguntaba yo era como las cogemos sin que den cuenta los guardias, mmm, ya las robaríamos
por la noche, esta primera visita era solo para descubrir donde estaban y así idear un plan. Así
pues entramos, pagamos las entradas y empezamos a inspeccionar; observamos un montón de
cuadros, esculturas y armaduras y espadas protegidas por vitrinas y postes con cuerdas rojas
que prohibían su robo o el simple hecho de que las tocáramos; seguimos observando hasta
que llegamos a la sala donde estaban las alas, desde ahí cogí el Atlas y un lápiz y empecé a
trazar un plano aproximado del museo en una de las primeras páginas del libro.
Mientras Chris dibujaba Daniela estaba entrando en el museo y parecía abstenerse a pagar la
entrada sacando una pistola y amenazando a todo el que estaba cerca de ella. -¡Todos con las
manos en la cabeza y en el suelo! ¡Esto es un atraco! Daniela siguió avanzando y llegó a la sala
de las alas, Chris vio a Daniela amenazándole con dispararle y tiró el libro y el lápiz al suelo
para ponerse las manos en la cabeza y arrodillarse como los demás ya habían hecho, pero
Daniela disparó de todas formas y la bala rompió la vitrina de las alas y llegó al cuerpo de Chris.
Ante este suceso Gabriel se acercó corriendo a Chris y tocó la herida que había hecho el
disparo, luego miró a Chris a la cara y dos empezaron a llorar. -No, Chris, no te mueras, aún te
necesito para salvar a Dios y además eres mi mejor amigo, por favor... -Gabriel, sabes que voy
a morir, la bala ha impactado en mi estomago y me estoy desangrando rápidamente, te pido
que seas tú quien salve a Dios y que ponga punto final a esta historia... Entonces Gabriel miró a
Daniela con aire de venganza en los ojos. -¿¡Por qué lo has hecho!? ¡Él no te ha hecho nada! -
¿¡No!? ¿¡Cómo que no!? ¡Ha estado haciendo lo mismo que tú, entorpecer el trabajo del
Diablo! ¿O es que acaso no sabes que tu eres el rey de los ángeles y él tu consejero? -¿¡QUÉ!?
¿Cuándo nos nombraron? ¡Dios no nos dijo nada! -¡Jmm, qué desconsiderado! Y volvió a
disparar una bala que esta rompió la vitrina de una espada de la Edad Media y fue a parar al
corazón de Gabriel... ese día 14 de Febrero era un día de niebla y el cielo estaba lleno de
brumas que el sol iría disipando...
Epílogo
Herencias
Furia es los ojos es lo que tuvo Elisworth II cuando se levantó, corrió hacia la espada para
defenderse de las balas de Daniela y llegar lo suficiente cerca para clavársela en la tripa,
después corrió hasta llegar al teléfono de la recepción y llamar a la policía y a una ambulancia
para que se ocupasen de los demás, ya no podía hacer nada por Chris y Gabriel... Corrió
entonces de vuelta a la sala de las alas, se las puso, cogió también la espada del cuerpo de
Daniela, salió corriendo del museo y despegó volando hacia el cielo, quizá aún no era
demasiado tarde... Mientras Elisworth II volaba para salvar a Dios, el Diablo y él ya estaban
enzarzados en una lucha épica. Elisworth llegó por fin al cielo y observó escondido la pelea
entre Dios y el Diablo hasta que éste le estuviera enseñando la espalda, entonces salió de su
escondite y le clavó la espada al Diablo por el corazón, a veces es mejor vencer como un
cobarde a arriesgarse a morir como un valiente...
De esta forma Elisworth II salvó a Dios y al mundo como hubiera hecho su padre para
conquistar la zona de la Antártida dónde él fue criado y otras tierras para muchos
desconocidas, puede que incluso para mí. Espero que te haya gustado esta historia porque
algún día se la contarás a tus hijos y sentirás el mismo orgullo que sentía ahora Elisworth de su
hijo.
Fin
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